jueves, 28 de noviembre de 2013

Aprendiendo a ser madre

Entrevista a: Karolay Guerrero Montalvo


Karolay tiene ojos grandes y redondos y a través de su mirada refleja toda una historia. Esta adolescente de 18 años que amamantaba a un pequeño, a quien tenía en brazos y  a la vez cuidaba de muy cerca a otra pequeña que, vestida de mariposa, jugaba muy alegre por entre las flores del parque María Elena Moyano, en Villa el Salvador.

Se percibe su cortesía. Es sorprendente verla tan joven y realizando un rol tan importante como es ser madre. Ante la pregunta de qué se siente ser madre, ella miró a su pequeña que, en ese momento jugaba con su pelota inflable en el pasto, y respondió la pregunta de una manera pasiva. Contó que ser madre a los 15 años conlleva mucha responsabilidad por no tener experiencia, y luego hay que dejar los estudios y después vienen los problemas económicos.

En un tono melancólico, acotó que también se tiene problemas sentimentales, por lo que no se sabe cómo manejar una relación. La parte más difícil de su embarazo fue la convivencia con su pareja, pues Benji el padre de sus pequeños, también es muy joven y era mucha responsabilidad para ambos.

Sonrió y dijo que fue él a quién le chocó el embarazo, pues ya no saldría. A divertirse. Ahora su prioridad era su pequeña que venía. Él, a veces se cansa, se aburre por la bulla, por la responsabilidad que tiene con los bebés; por eso no es tan fácil, acotó.

Su niño empezó a llorar. Ella se paró a pasearlo. Se le notaba cansada. En ese momento, suspiró y confesó que a veces tenía ganas de salir a divertirse, pero que no podía por los bebés, porque no tenía con quien dejarlos, aunque sería difícil para ella la idea de salir y no saber cómo están sus niños. Sentiría una incertidumbre tremenda. Sorprende la madurez con la que se expresa. Sus ideas eran tan claras, a pesar de ser una adolescente.

Su hijo dejó de llorar. Ella volvió a tomar asiento, Quizá fue la libertad que le dio su madre o la falta de atención lo que tuvo como consecuencia su embarazo. Karolay confesó que no vivía con su papá, pues él trabajaba fuera de Lima. En aquel tiempo solo vivía con su mamá y su hermana, dos años mayor que ella. Prácticamente paraba sola puesto que su progenitora trabajaba todo el tiempo y llegaba en la madrugada por lo mismo que es madre soltera y tenía que velar por ella y su hermana.

 Hubo un poco de descuido de parte de su mamá, lo que hizo que se aferre a Benji. Esta no la dejaba salir. Incluso cuando se enteró de que Karolay estaba con ese muchacho, le  prohibió verlo, a pesar de que su casa estaba al frente de la suya. Su tío, por petición de su mamá, los vigilaba y hasta les quiso pegar.

Bajó la cabeza con una mirada llena de tristeza y melancolía, Dice que a pesar de que su tío estaba pendiente de ella, sentía que no había control en su hogar y como era muy niña, no le tomaba importancia y además estaba muy ilusionada, pero eso no era lo peor. Ella necesitaba una persona a quien confiarle sus dudas y no tenía la suficiente confianza con su madre.

Se agarraba las manos un tanto nerviosas y se percibía en su mirada un sentimiento de rencor, pues su madre se decepciono de ella. Ya estaba a un año de culminar el colegio, lo que siempre le traía tristeza.

En ese momento, unas lágrimas bajaron de su mejilla – “Duele que se decepcionen de ti y más aún si es tu madre”, refirió.

Se calmó, tomó aire y continuó narrando su historia. Al principio de su embarazo, su madre sufrió mucho; incluso quiso que Karolay perdiera al bebé. Fueron al lugar donde iba a abortar, le mandaron hacer una ecografía y refiere que fue en ese momento en donde su mamá se arrepintió de la decisión que había tomado.

Suspiró, miró a su hija y dio una breve sonrisa. Dice que en el momento que su progenitora miró su ecografía, la abrazó, le pidió perdón y prometió que iba apoyarla. Cuenta que en ese instante, ella abrasó a su madre y le pidió perdón. Aquel recuerdo vuelve a causarle más lágrimas.

Cogió un pañuelo y se secó la cara con delicadeza. Refirió que para ser madre primeriza llevó con tranquilidad su embarazo e incluso no tuvo nauseas, ni ningún otro malestar.

Lo que genera mayor asombro es que acaba de tener a su segundo hijo, a quien sostenía en brazos. Karolay miró a su bebé, le dio un beso y narra que cuando se enteró de que estaba embarazada nuevamente, al comienzo, no lo creyó. Pensó que lo que tenía era un quiste, pues tuvo una hemorragia. Por eso no aceptaba el embarazo.

Confesó que cuando confirmó que esperaba a su segundo hijo pensó incluso en abortar. Dice que estuvo varios días sin saber qué hacer y la desvelaba la reacción de su madre.

Cuenta con un tono sensible la decisión que pensó tomar en aquel tiempo. Pero luego lo pensó bien; dijo que el bebé no tenía la culpa y que no sería lo indicado. Menciona que su hijo quizá si tuvo un propósito, pues en ese tiempo se iba a separar de su pareja y cuando él se enteró del embarazo se alegró.

Afirma que fue una situación difícil, porque el retomar una relación donde ya no hay un sentimiento por medio es complicado.

Su mamá no tomó la noticia como la primera vez. Fue ella quien le dijo que no abortara.
Karolay cuenta que es su progenitora y su hermana quienes la apoyan, pues su pareja no tiene un trabajo estable.

Ante la pregunta sobre la crianza de sus hijos, ella refiere que es un poco complicado. Con un tono agotador, dice que, mientras a uno tiene que tenerlo tranquilo en la cama, cambiarlo de pañal, bañarlo, darle de lactar, su hija mayor le pide que la haga jugar, que le converse. Es agotador, refiere.

Su caso es admirador, aunque para algunos no quizá el mejor ejemplo, para otros será una experiencia de lucha ante las adversidades.

Cuenta que cuando su hija hace alguna pataleta, no le pega, solo le habla. Y cuando le colma la paciencia, lo único que hace es castigarla diciéndole; “ya me voy al parque y tú te vas a quedar sola”. Claro que nunca lo hace. Solo lo hace para calmarla, refiere entre risas.

La noche se acerca y Karolay se despide muy gentilmente. Refiere que fue muy grata la oportunidad de poder contar parte de su vivencia. Su rostro lucía feliz. Así se dirigió muy lentamente a casa junto a sus dos hermosos pequeños a seguir cumpliendo ese maravilloso rol que es ser madre.




Por Pamela Noemí Albán Martínez

4 comentarios:

  1. Es una historia muy hermosa , ya que muestra el esfuerzo que realiza esta chica por darle todo a sus pequeñas , sobre todo amor .
    El ser madre a corta edad no es un trabajo fácil para nadie, y ella es una ejemplo de Madre .

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  2. Una historia realmente conmovedora .. sin duda alguna se mostró la mejor faceta de aquella jovencita "la de madre" , cuando tienes a un bebe en camino te vas olvidando de tus necesidades y vas pasando a segundo plano... no es fácil, nadie dijo que lo fuera, sin embargo cuando ves esa sonrisa que es el mayor premio a tu desprendimiento del tiempo para otros quehaceres te das cuenta cuan agradecida estas a la vida ..... muy bonita entrevista :)

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  3. LA ENTREVISTA ES MUY INTERESANTE, CONOCER MAS DE UNA CHICA QUE APESAR DE SU CORTA EDAD TUVO QUE TOMAR DECISIONES MUY IMPORTANTES PARA SU VIDA. ES UNA ENSEÑANZA PARA MUCHOS JOVENES COMO YO EL HECHO DE SER MAS RESPONSABLES Y ASI NO PERDEWR ETAPAS DE NUESTRA JUVENTUD. MUY BUEN REPORTAJE.

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  4. Nada sera capaz de expresar la fuerza, la belleza y la heroicidad de una madre, todo lo que a paso esta joven asido duro pero lo a sabido afrontar ya que sus 2 hijas serán siempre su orgullo y su razón de vivir. Le deseo lo mejor.

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