Entrevista al padre Javier Abanto Silva
Para todos eres el Padre Dominico Javier Abanto Silva, un sacerdote responsable desde hace dos años. Eres director de Radio Santa Rosa desde el 2010. A tus brillantes treinta años tienes un grupo de chicos a los cuales enseñas. Aparte de ser director de la Radio eres profesor, y como todo dominico dominas la predicación. De alta estatura, con un rostro fino dibujado por las manos de Dios, usas unos lentes que te hacen ver más agradable a la mirada de todos.
Estabas en el claustro
principal del Convento de Santo Domingo, con la clásica sotana blanca de los
dominicos, y, entre las manos, sostenías tu rosario con los 15 misterios. No
fue difícil pedirte una entrevista. Me asentiste con una sonrisa, y nos
dirigimos a sala capitular, porque es uno de los lugares más tranquilos del
Convento. Nos sentamos en uno de los asientos donde antiguamente los frailes se
sentaban por capítulos y elegían a sus mayores. Te deslizaste de una
manera glacial y con finura, listo para empezar la entrevista.
Con
ansiedad te pregunté por qué elegiste ser padre. Con seguridad me
respondes que lo has hecho para ser diferente. Me explicas que las personas,
cuando elijen algo por el cual ir, en el camino se va aclarando si esto
es para uno. Igual que muchas personas, me dices que tampoco estabas seguro
del camino que elegiste, pero, con el tiempo, esta carrera religiosa se
perfeccionó en ti. Con interés, te pregunto sobre aquel llamado divino. Cambias
la voz de manera graciosa haciendo que suene gruesa y me dices que no es
como si te hablaran en sueños y te dijeran: “Tú serás sacerdote”, o te
tocaran el hombro, sino que ese era el llamado, aquel que para él fue la
curiosidad y el escoger un camino diferente.
Empezamos a hablar sobre la
familia y si alguna vez extrañaste tener una. Veo en tus ojos nostalgia. Me
contestas con seguridad que, por momentos, añoras tener una familia. De ejemplo
me pones a las chicas de ahora que no desean tener un matrimonio, pero con el
tiempo se dan cuenta efectivamente que necesitan una familia, porque te da
estabilidad. Te da la ilusión de otro tipo de vida. Conoces personas y te
das cuenta que son personas excelentes, personas que serían una buena pareja.
Me cuentas que cuando celebras Navidad en el convento es lindo. Estás con
las gente hasta las 10 de la noche, pero después todos vuelan, y te quedas o
con tu comunidad o los frailes. Señalas en el caso que uno esté viviendo solo,
la pasaría muy triste. El ejemplo que me diste es ese momento para que
entendiera, fue que si un día ganas más dinero de lo que normalmente ganas, lo
compartirías con alguien. Los casados, lo hacen con su familia; los religiosos,
con su comunidad o con alguien que sabes que necesita. Pero las personas
que no tienen a alguien con quien compartirlo les es difícil. En la parte
psicológica, en broma, me citas la frase: “más vale solo que mal acompañado”, y
empezamos a reír. Me dices que es mentira, y me explicas que en los
matrimonios muchas veces existe la soledad, que la felicidad se trata de
ti, pero cuando uno está casado se trata de dos. Uno puede tener el don de la
escucha y el otro quizá no. Estés solo o estés acompañado siempre va ser el
reto en la convivencia. Siempre hay que tener el corazón contento. Y sonríes
como solamente los guías espirituales lo hacen: con tranquilidad y paz.
_ ¿Alguna vez te sentiste
solo?_ te pregunto. Me respondes como si la respuesta fuese obvia, pero no
perdiendo la amabilidad en tu rostro. Me cuentas que una vez estabas haciendo
tu postgrado en Bogotá y de pronto te diste cuenta de que no había nadie.
Estabas solo, en otro país. Fue ahí donde sentiste la soledad. En otra
ocasión fue cuando te mandaron a trabajar a Chimbote.
_El primer año fue difícil_
me dices, porque decidiste no ir a casa en Navidad, solo estaban dos personas
en la parroquia y tenían que celebrar con la gente, _ “Es nuestra misión”
dices. Y en ese tiempo el superior los visitó. Cuando finalizó la misa fueron a
una casa para comer y descansar. El otro padre estaba delicado de salud, así
que tenía que dormir. Pasaste la Navidad orando. Pero después fuiste a mirar la
televisión. En eso te llamó tu hermana, me dices sorprendido. Te dijo, en tono
amable que por qué no habías ido a casa, que con los vecinos habían
juntado para comprar pan y preparar un caldo de gallina, y la estaban pasando bonito
y bailando. Me cuentas que te alegró mucho, pero también te dio mucha tristeza.
Nosotros teníamos pavo, panetón, pero no teníamos con quién compartirlo. _Solo
éramos tres. Esos son los momentos difíciles _agregas.
Te pregunté si tienes miedo
a la muerte. Me respondes que siempre va a existir y es inevitable,
porque se tiene miedo a lo desconocido. La muerte termina con tu propia
existencia. _Nosotros con nuestra fe creemos en la vida eterna_ me explicas
moviendo las manos con sinceridad, comparando la vida del ser humano con las
estaciones en un árbol. _Siempre estamos en proceso de cambios y la
muerte es parte de la vida _añades.
Me contaste en tono risueño
que tus padres estuvieron de acuerdo con la vida religiosa que elegiste, pero
muy en el fondo tenían miedo y pena, porque era como si perdieran a un hijo.
_Al elegir este camino mi hogar es el convento _me dijiste. Les cambian
de departamentos, a otra parte del país, u otro país y que el trabajo muchas
veces te impide verlos. Pero ahora tu madre se sentía más
tranquila, porque todos los días te escucha en Radio Santa Rosa a las 6: 30
a.m. en el Rosario. En son de gracia sueltas una pequeña risa y me confiesas
que algunas veces el programa es grabado, pero como tu mamá no sabe, está
tranquila.
Hablamos de la religión,
sobre cómo ahora se critican entre ellas. Y te preguntó, si para ti la religión
es una sola. Me respondes que más que la religión es una, Dios es uno. La pelea
de cuál es la religión verdadera, es una pelea ignorante, dijiste algo incómodo.
Me pusiste de ejemplo a un padre con varios hijos. Ellos le demuestran su
afecto de diferentes maneras, uno con una flor, otro con un vaso de agua, etc;
pero al final todos expresan lo mismo a su padre. Me dices que la religión es
igual y que los conflictos de cuál es la verdadera religión se basan en
la inseguridad y la debilidad. Religiones solo hay cuatro: la musulmana, la
budista, el judaísmo y el cristianismo.
Te pregunto sobre las
personas que poco a poco dejan de creer en Dios. Me respondes que
ellos creen que la felicidad está en otros aspectos. Prosigues diciendo que hay
una tendencia que dice: “tú eres importante; tú eres la mejor; tienes que hacer
lo quieras para lograr tus objetivos”. Pero algunos lo entienden mal, y
van por lugares equivocados, por medios equivocados que los dañan interiormente.
_Todo producto va dirigido a
un público con una intención, una línea y estilo _ me dices, y prosigues _.
Esta intención porque esta arrastrada, por un sentido material. El dinero no lo
es todo. Nuestro interés hoy es eso_ sostienes.
Me dices que somos una
sociedad que creemos que nuestros modelos son los programas como “Esto es
guerra” y “Combate”. Levantaste una de tus manos para saludar a un grupo de
monjas que estaban con un guía turístico y les sonreíste. Luego me miraste y
continuamos. Me dijiste que si a un niño le preguntas qué ha aprendido en el
día, ellos empiezan a mover su cuerpecito como lo ven en los programas.
Empezaste a mover tu cuerpo, imitando a uno de los participantes de “Esto es guerra”.
Fue gracioso. Y continuaste después de que soltáramos una risa. _Creo que
nuestra filosofía es todo con dinero. _Me explicas con el libro de Platón,
¨Alegoría de la Caverna¨, las personas solo vemos sombras_ me dices
apesumbrado. Me explicas que las personas pensamos que alguien es exitoso si es
como “Esto es guerra” y “Combate”. Y que los medios de comunicación, la
publicidad, crean una burbuja cuando buscan algo y nos hacen pensar que
el autosuficiente es aquel si tiene un auto bonito, y la felicidad se compra.
Ahora no buscamos el perdón, nos justificamos. Me dices todo convencido de tus
palabras.
_Si la Iglesia Católica, más
adelante, permite el matrimonio a sacerdotes, estaría de acuerdo_ te pregunté.
Me contestas que no, y por una sencillísima razón, que no pueden existir dos
Dioses, porque servir a Dios implica mucha dedicación. Me pones de ejemplo. Si
en ese momento estarías casado y tu esposa te estuviera llamando. Me
dices que no podrías atenderme de la misma manera. Me dices también que en la
parte económica como sacerdotes. Las obras que realizan van creciendo, y estas
van destinadas a los pobres. Su congregación da comida a 100 ancianos todos los
días. _Un casado no podría hacer eso, porque estaría preocupado en los
pañales, la leche, la diversión con la esposa “porque las esposas son como las
plantas, que si no las atiendes se secan “, pero las mujeres no quieren estar
secas, siempre quieren estar floreciendo_ me dijiste sonriendo.
Me contestas que al final
descuidas a la esposa o a las cosas de la iglesia. Me dices en broma “una
de las dos te saca la vuelta” y reímos. Luego me afirmaste con la cabeza que es
cierto. Porque en las discusiones de parejas uno le dice al otro que no le da
tiempo. Noté en ese instante que ibas a decir algo que te preocupaba. Y fue
así. Me dijiste que antes de pensar, si se pueden casar. Era que a los
sacerdotes casados, deberían darles la oportunidad de trabajar. Tal vez no,
teniendo la dirección de la parroquia, o lo que tiene un sacerdote libre.
Si no en otros ámbitos, como por ejemplo en Derechos Humanos. _La Iglesia no
los aprovecha, y en eso la Iglesia Católica estaba fallando, porque ellos
están capacitados teológicamente, psicológicamente. Han resuelto su
problema de autoestima y sentimental_ me explicas.
Te pregunto si te has
enamorado._ “Estoy enamoradísimo”_ enfatizas con gracia muy simpática, riendo
de manera solemne. Me cuentas que cuando estudiabas en la universidad, a
la vez estudiaba francés en la Alianza Francesa, y hacías tu trabajo pastoral;
conociste a una chica muy linda. Ella era inteligente. Le gustaba la poesía y
también componerla. Tenían un programa de radio de la universidad, el cual
compartían. Fue ahí donde sintió un poco de atracción, curiosidad, y se percató
que ella también. Justamente porque era inteligente, me dices con gracia. Se
dio cuenta que eso no tenía futuro. Empezaste a sonreír. Entonces, me dio
curiosidad y te pregunto si fue tu primer amor. Me respondes que no, que a los
17 años hubo una chica. Pero no hubo nada más que curiosidad, porque justo
estabas postulando para ser sacerdote. Y no tocamos más el tema.
Terminamos la entrevista
y nos dispusimos a volver al claustro principal, pero antes te pedí una
foto, al cual accediste amablemente. Nos despedimos con un cruce de manos.
Padre Javier Abanto Silva |
Padre Javier Abanto Silva en el claustro principal del Convento Santo domingo |
Por Alejandra Ruiz
Excelente entrevista, muy detallada y narrada. Felicitaciones.
ResponderBorrares genial muy profeciomal
ResponderBorrarGran trabajo de redacción Alejandra, la entrevista contiene preguntas algo comprometedoras pero el padre Javier Abanto no tuvo problemas en contestarlas tal parece que es amable y de mente abierta.
ResponderBorrarAhora veo que uno puede elegir el camino ideal para su vida, y eso es con perseverancia y dedicación, muy buen ejemplo.
ResponderBorrarEs bueno que una persona habra su corazon y cuente cosas que todos pasamos. y casi nadie es ajeno a ellos momentos dificiles y momentos Buenos. :)
ResponderBorrarGran entrevista , con información detallada y exacta , felicidades sigue así :3
ResponderBorraruna entrevista interesante .. muy buena !!!
ResponderBorrarInteresantes respuestas del padre, dejan muy claro su decisión, felicidades por la entrevista.
ResponderBorrarExcelente entrevista! muy bien detallada
ResponderBorrar