jueves, 21 de noviembre de 2013

Testimonio: Un viaje inesperado


Hace un año por el feriado largo que se dio gracias a la Cumbre ASPA (América del sur – países Árabes), que tiene como fin impulsar el intercambio económico y comercial entre los países de la Liga Árabe y la Unasur, salió un viaje inesperado.

De un día para otro recibí la llamada de mi hermano, quien me preguntaba si tenía planes para este fin de semana largo. A mi respuesta negativa, él me dijo si quería viajar con su familia y, de inmediato, muy contenta le dije que sí.

El viaje era al día siguiente, y a las 5:00 p.m. salía el avión. De prisa comencé a empacar mi ropa más veraniega, ya que íbamos a Punta Sal- Tumbes. Me ponía de acuerdo con mi hermana mayor para saber qué  llevar, qué prestarnos, qué hacer.

Llegó el viernes y la llamada al teléfono fijo, a las 08:00 a.m., me despertó. Con toda la flojera del mundo seguí echada en mi cama hasta que escuché que mamá me llamaba para ir a responder. Era mi hermano. Me daba consejos de qué llevar, y con qué ropa viajar. Me decía también que no coma muchas cosas porque al ser mi primer viaje en avión podría afectarme un poco. Yo, muy obediente y más ansiosa que el día anterior, dejaba todo listo para mi gran primer viaje.

Como cosa de nada se hicieron ya las tres de la tarde. No tenía hambre, y estaba un poco enojada porque mi hermana mayor no llegaba con las sandalias que me tenía que prestar. Y hasta que por fin llegó. Tomamos un jugo algo ligero, y esperamos pacientes a que sean 04:30 p.m. para partir hacia el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, ya que está cerca a mi casa.

Ahora sí. Llegamos ya al aeropuerto. Y el principal, el que tenía los pasajes y todos los papeles no llegaba aún: mi hermano. Llego prácticamente a las 06:30 p.m. cuando el avión ya estaba por partir. Pero algo nos detuvo. El permiso que tenía mi hermana menor firmado por mis padres para poder salir de Lima estaba mal elaborado. Por poco y no la dejan viajar. Gracias a su llanto y a que la recepcionista se apiadó de ella y selló su permiso.

Cuando ingresamos ya y subimos al avión, nos hicieron apagar a todos los celulares y tablets, porque llenarían el tanque del avión. Hubo imperfecciones en el avión por lo que bajamos y tuvimos que cambiar de vuelo. Pero ya, por fin despegó el avión. Ahora en el aire, con algo de nervios a que se me tapen los oídos, lo bueno es que no pasó porque fui mascando un caramelito todo el viaje que fue solo de una hora y media.

Al aterrizar en Piura, apenas pisamos el pequeño aeropuerto norteño, mi hermana y yo corrimos al baño porque en el avión teníamos mucho miedo de que se caiga la parte trasera.

Llegamos a eso de las 07:30 p.m. y también llegaba el conocido canta autor peruano Gianmarco. Tenía ganas de quedarme y esperar a verlo, pero la camioneta Van de color plomo que en envió el hotel para llevarnos, ya nos estaba esperando. Así que no lo vimos.

El viajo duró tres horas, y cuando llegamos al inmenso y muy bonito hotel, fuimos a registrarnos. Con mucho hambre fuimos a comer al buffet del hotel, hamburguesa, salchipapa, pollo broaster. Todo era comida rápida. Y sentimos real el conocido dicho: “barriga llena, corazón contento”. Fuimos a dormir, y nos dividimos en las dos habitaciones con tres camas cada una.

Estuvimos tres días ahí disfrutando del rico sol del norte. Es así que por fin pudimos pasar un relajante y emocionante fin de semana largo.  


Melissa Echeverria, Mónica Echeverria, Natalia Echeverria



                 Esperando que despegue el avión. 

Por Mónica Echeverria García

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