martes, 26 de noviembre de 2013

Julio Cotrina - Notas Interpretativas


Entrevista a Juan Quispe


Este hombre sobrevive, sin familia y sin un lugar donde dormir

Mientras la noche empezaba a caer y el viento comenzaba a soplar, me encontré con Juan, en esa pocilga con paredes de madera que sostenía el techo de eternit donde todos los días pasa sus noches sentado. Así es su vida a diario y está acostumbrado a ello.

Me senté junto a él y lo saludé como si lo conociera de tiempo. Pensé que se negaría a responder las preguntas, pero no fue así; es más optó por invitarme un poco de su licor, diciéndome: brinda conmigo.

Vertió de su botella un poco de licor en un vaso. Esta bebida tenía un fuerte olor y supongo que también amargo. Me entregó el vaso. Lo único que hice fue sonreír, sostener el vaso de plástico y dejarlo a un lado de donde yo estaba sentado. Él seguía tomando.

Entonces, le pregunté si se siente bien con su vida. Empinó el brazo, tomó un sorbo y me dijo: _soy feliz cuando tomo, pero cuando no lo hago me siento triste.

Sin embargo, su rostro me decía otra cosa, que cuando él tomaba realmente, se sentía triste y abandonado lo único que hacía era tomar y tomar como si todo anduviese bien.

Simplemente, mostraba desinterés por su vida. Es así que le pregunté si quería cambiar de vida y me dijo: _No, para qué cambiar, si a nadie le intereso. Trabajo para mí, tomo para mí y vivo para mí.

Sus respuestas parecían falsas, ya que cada vez que respondía, tomaba y agachaba la cabeza, como culpándose de algo que hizo mal.
Ya había realizado dos preguntas, y Juan me preguntó, señalando el vaso: _y eso no lo vas a tomar o me lo tomo.

Creo que pensé mucho en mi respuesta; entonces, Juan no lo pensó dos veces, agarró el vaso y se lo tomó. _Esto es vida_ dijo mientras se reía y sacaba otra botella más del bolso que llevaba, pues Juan se dedica a juntar botellas de plástico para luego venderlas y con ese dinero comprar su licor, y de vez en cuando alimentarse de uno o dos panes. 

Voy por la tercera pregunta. Juan, cómo es qué logras sobrevivir en este mundo, me parece algo a lo que yo no podría sobrevivir y tú lo haces. Orgulloso de sí mismo y mostrando furor en su rostro, me dijo: _Si sigo vivo es gracias a esto (levantó la botella) y a Dios, que está conmigo.

Metió su mano por el cuello de su polo y me mostró el collar que llevaba puesto. Era un rosario y señaló: _El me protege y me guía a donde yo vaya, se que siempre estará conmigo y no me abandonará. Cada día que despierto, abro los ojos con miedo pensando si amaneceré vivo o muerto. Gracias a “Papá Lindo” es que sigo en este mundo.

Y es cierto lo que me dijo, pues en su rostro están plasmados esos golpes e hinchazones. Solo Dios sabe cuánto tiempo más lo dejará en la tierra. Los vagabundos iban llegando a este lugar de mal vivir, donde los pobres hombres piensan vivir en gloria cuando en realidad, viven para morir.

Entonces, le pregunté cuántas botellas tomaba al día, y me dijo: _eso depende de lo que gane al día. Esta botella me cuesta un sol, y tengo que juntar más de 30 botellas de plástico para venderlas y poder vivir de esto _y si no te alcanza_ para eso está los amigos. Vengo acá y me invitan. En esta vida todo da vueltas. Hoy por mí, mañana por ti.

El viento corría más fuerte. Yo temblaba de frío y Juan, solo tiene ese polo que le cubría y un pantalón jean de color azul, pero totalmente, sucio y con un hueco en el lado derecho. Al parecer, ya se había acostumbrado a este aire fuerte por las noches. _Juan, ¿no sientes frío? _Le increpe y me respondió: _qué frío, si hace calor_. Así como el viento sopla fuerte, qué corriente te trajo hasta aquí; por qué te importa mi vida, qué quieres saber.

Solo le dije que buscaba la forma de poder ayudarle, y luego arremetí: _ ¿eres feliz? Y él contestó  que no le interesa lo que digan los demás. Al fin y al cabo es su vida.

Mientras iba respondiendo, podía notar como sus ojos se llenaban de lágrimas, pero no lo mostraba. No dejó ni una lagrima derramar, pues sostuvo el llanto de tanta impotencia. A pesar de toda esa valentía, su voz se le quebraba y simplemente era por el dolor que sentía dentro.  Fue el momento indicado para averiguar si desearía cambiar de vida, así el me haya anticipado que se siente bien con la suya.

_Soy una persona normal. Qué me diferencia de ti. Yo te quintuplico la edad, y me vas a venir a dar consejos_ enfatizó y soltó una carcajada. Entonces, insistí. Hubo un silencio como película de suspenso. Me miró y era como si fuera la pregunta del millón. Fue un segundo que parecía una eternidad. Estaba totalmente preparado para su gran respuesta. Empinó el brazo. Tomó otro sorbo, y me dijo: _siguiente pregunta.

No me quedaba más remedio que terminar con esta pequeña charla, que al parecer ya no le agradaba mucho a este hombre. Lo único que hacía en toda la conversación era tomar, apoyar sus brazos en sus piernas y agachar la cabeza. Ya estaba acostumbrado a ello.
Solo me quedaba una pregunta más, no porque él me dijo, sino porque cada vez que agachaba la cabeza sus ojos se cerraban, y se balanceaba en sí mismo.

Le dije a Juan que ya me tenía que ir y que me gustaría poder conversar nuevamente. No respondió. Ya se había dormido, incluso hasta empezó a roncar. Le toqué el hombro y le moví. Pensé que me estaba haciendo una broma. Esperé sentado unos minutos más. No pasaron ni 10 minutos y la botella media llena que la sostenía en su mano, la soltó y se derramó todo el alcohol barato que siempre compra.

Efectivamente, se había quedado dormido. No había más que hacer. Saque una bolsa con bizcocho y lo dejé dentro del bolso que tenía puesto.
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 TESTIMONIO


Los talleres de enero y febrero


El 2013 se proyectaba como un nuevo año, con nuevas experiencias y logros por adquirir. Con ideas que tenía en mente desde que empecé este gran salto a una nueva aventura. Lo único que necesitaba era el espacio de un aula para poder hacer realidad este proyecto. Cosas del destino, llegó esa gran oportunidad.
 
El uno de enero, aproximadamente a las 7:00 de la noche, como es de costumbre, me senté frente al monitor a revisar mis cuentas de correo. Es así que recibí un mensaje al Facebook, el cual decía lo siguiente: “Hola Julio. Te saluda Christian Villar. Lucero Gonzales, una compañera de estudios, me habló de ti. Me comentó que ustedes habían estudiado juntos en el MALI (Museo de Arte de Lima), es por ello que le pedí una persona de confianza para que pueda asumir el cargo de profesor de teatro en la Municipalidad de San Juan de Miraflores. Espero tu pronta respuesta”. Este mensaje había sido enviado 20 minutos atrás. Entonces, no lo pensé dos veces y le respondí que estaba interesado.


Luego de esta pequeña conversación, sería citado para una entrevista en la misma Municipalidad en el área de Educación, Deporte y Cultura. Era tanta la emoción que esa misma noche que recibí la noticia, empecé a realizar mi plan de trabajo para el Taller de Actuación. No era tan dificultoso, ya que tenía un modelo de plan donde había trabajado antes.


En ese momento, mientras me encontraba realizando mis propuestas para presentarlas en la entrevista, me di cuenta que existen amistades que realmente te valoran y es bueno cultivarlas. Lucero fue una amiga del taller de actuación en el MALI donde dictaba clases el actor Ramón García. Asimismo, tuve la oportunidad de actuar con Lucero, y nunca olvidaré su personaje de “niña buena”. Es así que la llamé al celular y le agradecí por su recomendación, y si de alguna u otra forma podía corresponderle a ello. Y ella que nunca dejará sus bromas de lado, me dijo: “no te preocupes amigo, solo quiero un Mercedes Benz afuera de mi casa”.
Llegué a la entrevista y presenté mis propuestas. Me preguntaron acerca de mi experiencia y todo relacionado a la actuación. Es así que, gracias a Dios, empecé a dictar las clases de teatro en los talleres de verano.
Escogí el horario de tres veces por semana que constaba de una hora al día, que en realidad me quedaba más de dos horas, por lo mismo que veía el entusiasmo en los estudiantes.
Empezó la primera clase y en el aula contaba con 48 alumnos, por lo que tuve que dividirlo en dos grupos. El primer grupo con niños de 4 a 9 años y el segundo, de 10 a 17 años. Aunque era relativo, si notaba talento especial en algún niño del primero grupo, lo que hacía era pasarlo al segundo.
Nunca  voy a olvidar ese gran talento de Jesús, de 8 años, a quien tan solo le pedí que interpretara la voz de una persona que está en una guerra, y lo que hizo fue espectacular. Se imaginó que estaba en el suceso, realizó las mímicas y expresó todo lo posible, interactuó con sus compañeros. Fue interesante. Y esta era su primera clase.
Es así que poco a poco me fui quedando extasiado de las maravillas que hacían estos ‘pequeños talentos’. El fin del taller era desinhibirnos, reír, compartir y actuar. Y eso se logró. La mayoría llegó a la primera clase callado, igual la segunda y la tercera. Pero el objetivo de romper el hielo se cumplió.
Sin lugar a dudas, fueron dos meses geniales de aprendizajes mutuos. Estos chicos tendrán un futuro maravilloso.    







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 CRÓNICA

UN RECORRIDO POR EL MUSEO DE LA SANTA INQUISICIÓN



NOS TRASLADAMOS A UNA ÉPOCA DONDE LA IGLESIA CATÓLICA GOBERNABA



El museo de la Santa inquisición está situado entre la Plaza Bolívar y la cuadra 3 de la avenida Abancay, a un costado del Congreso de la República, en el centro de Lima. Este recinto donde se castigaban los delitos de fe, tiene en su fachada un diseño del tiempo de los romanos: seis columnas en forma de cilindro que está en la entrada.


El guía, un hombre con mucha experiencia que vestía un pantalón y camisa. Explicó que el fin de la Santa Inquisición era perseguir a los supuestos herejes y a los que hacían brujería y otras religiones que no sean la oficial, para luego dar sentencia a los supuestos culpables con una serie de castigos. 


Este museo fue adaptado en 1968. Esta cuenta con una sala de audiencias, conformada por tres miembros que eran los que dictaban la sentencia, un inquisidor, un calificador y un fiscal. Que drásticamente hacían uso de las condenas si él acusado no cumplía con su parte, decir la verdad. Asimismo, al lado derecho hay una puerta a la que se le llamaba ‘puerta del secreto’, ya que esta conducía a la cámara del mismo, donde se guardaba todo tipo de información acerca de los procesados. En esa sala se puede apreciar un techo de estilo rococó compuesta por más de 30 mil piezas, y fue reconstruido en el siglo XVIII debido al terremoto que sufrió Lima en 1746.


El primer condenado al quemadero fue Mateo Salado, acusado de luteranismo,  una doctrina diferente a la católica, donde manifestaban otro tipo de fe. Este fue el primer movimiento creado en Alemania por el protestante.


Luego de ser procesados, los acusados eran trasladados a la sala de autos de fe, donde se daba lectura a la sentencia, dispuesta por el Tribunal de la Inquisición. De esta manera, se hacía llamado al pueblo para que asistan y escuchen la sentencia correspondiente. Para esto, a los culpables se les vestía de sambenito, un traje blanco con un aspa de color rojo y un sombrero en punta. Y a los inocentes se les vestía de blanco.  La persona que dictaba las sentencias era el secretario del Tribunal, una persona que vestía de traje amarillo y un collarín blanco.


De esta manera, el Tribunal contaba con unas celdas donde eran refugiados los reos y ellos permanecían incomunicados, tan solo recibían sus alimentos, y si tenían dinero se les daba más de lo que pedían. A la vez también recibían castigos, donde permanecían horas sentados, atados de pies, con el cepo, un pedazo de madera gruesa rectangular empotrado al piso y este sujetaba sus pies. El castigo se utilizaba para que los culpables  sean inmovilizados y así causaban adormecimiento y contracciones en diferentes partes del cuerpo.


Ingresando a la siguiente sala, nos recibe la cámara de tormentos, y en ese momento la audiencia mostró ánimo por lo que veían. El guía empezó a exponer cada tortura, y entre el público se podía escuchar los murmullos de los niños, sorprendidos de lo que observan, y de seguro se trasladan a esos tiempos donde todo era totalmente distinto a la realidad de hoy. El público empieza a tomar todas las fotos posibles y algunos toman apuntes de lo que el guía comenta, pues este era el momento que todos estaban esperando.  


Penosamente, cuando los acusados tenían demasiadas contradicciones al momento de manifestar su inocencia, eran sometidos a estas torturas, para que digan la verdad de una u otra forma. Es por ello que usaban este martirio.


Los castigos que recibían eran dependiendo del delito que hayan cometido, por ejemplo, eran sometidos a la garrucha donde se les amarraban los brazos atrás de la espalda, atados con una soga colgada que era movida por una garrucha y subirlo lentamente. Cuando se encontraba a determinada altura, se le soltaba de manera brusca, deteniéndolo abruptamente antes de que tocase el piso.


También se utilizaba el potro, donde colocaban al preso sobre una mesa y eran atados sus pies y sus manos con sogas unidas a una rueda. Esta al ser girada poco a poco, las iba estirando en sentido contrario causando un terrible dolor. Este castigo fue el que se realizo a Túpac Amaru II en 1781, cuando quisieron descuartizarlo vivo. Fue atado de sus extremidades y jalado por cuatro caballos, pero no lograron con su cometido.


Cuando utilizaban el castigo del agua, tenían al procesado totalmente inmovilizado sobre una mesa de madera y le colocaban una un trapo en la boca. Luego, el verdugo procedía a echar agua lentamente, produciendo al detenido la sensación de ahogo.


En el castigo de los azotes, el recluso también era inmovilizado al cepo de manos y cuello, con la espalda desnuda y recibía una cierta cantidad de azotes, dependiendo la falta que hubiera cometido. En otros casos los azotes eran usados para obtener confesiones.


Ya se pueden imaginar el dolor intenso que podían ocasionar estos castigos, que bien eran usados para obtener información o dar pena de muerte. Todo dependía del reo. Muchas veces preferían callar para no dañar a algún familiar, y lastimosamente les esperaba la muerte. Es así que este museo guarda grandes momentos vividos en el ayer. Es más, tiene mucha información ligada con el Congreso de la República.




Julio Daniel Cotrina Condori

2 comentarios:

  1. EXCELENTE TRABAJO COLEGA SIGUE ASÍ Y TE ASEGURO QUE LLEGARAS MUY LEJOS . SUERTE EN TODO

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  2. Me encanto , estupendo trabajo , se ve que hay horas de esfuero y mucho trabajo
    De poquito a poquito logras grandes cosas
    Te deseo todas las vibras en todo lo que te propongas !

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