jueves, 21 de noviembre de 2013

Crónica: Volteando el cerro está el Cristo


Crónica al Morro Solar                               


Una tarde soleada  y abrumadora cayó en las playas de Chorrillos. Las personas caminaban  indiferentes de un lado a otro  por el malecón. Otras degustaban la comida de la feria de gastronomía que estaba  impulsada por un instituto cerca de ahí. Muchas parejas entrelazaban sus brazos y  labios observando la vista del mar y a los pescadores que se perdían en su profundidad.

Entre ellas, se encontraba una mujer con dos trenzas largas, de rasgos andinos vendiendo caramelos con sus dos pequeños hijos. Uno estaba colgado en su espalda, tapado en su mantón y el otro cogía la pollera de su madre muy fuerte como si esta se le fuera a escapar.  El pobre lloraba porque le dolían los pies y ya no podía  caminar. La madre sacó un caramelo para calmar su llanto. Tan pronto observó el dulce cesaron las lágrimas. Esta pobre mujer tendría que vender todas sus golosinas para poder darles alimento a sus niños, ante  el desinterés de la gente que pasaba por allí.

El malecón de Chorrillos lleva cierta historia. Fue construida  en la  gestión presidencial de  Ramón Castilla, cuando  tan solo era  un entablado con barandal de madera que bordeaba el precipicio.  Permitía apreciar una panorámica  vista de la costa y ostentaba dos glorietas (plazuelas). Diseminadas en toda su extensión, había un gran número de bancas y macetas de grandes dimensiones.

Cuando se bajó el sol y el cielo se puso rosado, dos  turistas mujeres  caminaban plácidamente por los  anchos, largos y rocosos escalones que  iban directo al morro  solar. En el tramo se encontraron con dos hombres  sentados en la cima la escalera fumándose un porrito de marihuana.  Como le dicen ellos .  No era raro chocar  con personas así, porque el lugar  resultaba ser desolado.

Al inicio del recorrido  se observan unas grandes filas de escaleras construidas en “s” pintadas por los bordes de color de blanco y conformen se va  subiendo  lograron captar los montículos de tierra seca que estaba envuelta con pequeñas rocas  desde la mitad de la subida  ya se puede divisar  el litoral peruano.

Al llegar al mirador del Morro Solar, los visitantes se chocaron con una Lima gris,  se visualizó una gran cruz que fue construida con pedazos de otras torres  de alta tensión que ya antes  habían sido destruidas por los terroristas. Esta fue levantada para la   primera venida del papa  Juan Pablo II  al Perú, en 1985. Esta Cruz enciende la noche y puede ser vista desde largas distancias, tanto en la capital, como desde el sur limeño. Próxima a la Cruz, se levanta un santuario dedicado a la Virgen María, la cual es visitada por fieles católicos quienes llegan hasta allí por un camino de zig  zag.

 

 

El morro solar resulta ser  un conjunto de cerros. Fue escenario de una de las batallas más sangrientas que tuvo este país que se libró en la denominada ’Guerra del Pacífico’ entre Perú y Chile. Prueba de ello son los hallazgos de los uniformes y armamentos de los soldados, de ambos bandos, que lucharon en aquella batalla. Aledaño a  ese cerro, se encuentra también el  planetario, bordeado por piedras, descuidado, y en la puerta lleva puesto un candado junto con un aviso. Este planetario resulta ser  el primer centro de observación astronómica, construido y dirigido por el ingeniero Víctor Estremadoyro.

El viento abriga el mirador y despeina a los turistas, mientras los vendedores ambulantes ofrecen sus productos. La noche va caer y todos observan la hermosa vista  de toda la costa verde, la playa calmada sin el azote de una sola ola, y al otro extremo volteando el cerro, se encuentra el Cristo del Pacifico  extendiendo sus manos como dando la bienvenida a quien se le presente y con la mirada  perdida hacia el cielo. La estatua  fue instalada el 15 de junio del 2011, en   el segundo mandato del expresidente Alan García.

La gran magnitud del Cristo deja con la boca abierta  a los turistas  que no dudan en tomarse fotos con él, solo a las faldas, ya que  su plataforma no permite que le toquen ni los pies.

Entre tanto turista y ciudadano, se hallaba, en el descampado, las tomas de un fotógrafo  y una modelo con un vestido largo color crema sujetada por una correíta dorada en la cintura. El exagerado escote de su espalda y pecho llamaba la atención de muchos hombres, además de su belleza que hacia juego con el maquillaje. El fotógrafo había tomado tantas fotos que ya había perdió la cuenta. La noche ayudó a que el paisaje del balneario de Lima contrastara con la modelo.

Los ambulantes vendían todo tipo de sanguches sin el infaltable café para apaciguar el frío. Autos modernos y de antaño yacían estacionados al borde del abismo para no obstruir el paso de la gente.

Al costado del Cristo está también el “Monumento al Soldado Desconocido". En este lugar en donde están erigidos monumentos dedicados a los combatientes como agradecimiento a los peruanos que ofrendaron sus vidas y a quienes no se menciona directamente en los anales de la historia, ya que fueron demasiados hombres que entregaron todo por su patria.

El cielo de azul oscuro cubrió todo y dejó de ser Lima gris. Las  resplandecientes luces de los faros se encendieron,  daba la hora de volver a casa, pero el camino de regreso para los turistas y ciudadanos ya no era tan tedioso como al inicio. Muchos se iban caminando y se perdían en la oscuridad del tramo. Otros retornaban en auto, ya que también tiene una pista alterna. 

 

 Rocio del Pilar Huaman Ruelas

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