Crónica al Morro Solar
Una tarde soleada y abrumadora cayó en las playas de Chorrillos.
Las personas caminaban indiferentes de
un lado a otro por el malecón. Otras
degustaban la comida de la feria de gastronomía que estaba impulsada por un instituto cerca de ahí. Muchas
parejas entrelazaban sus brazos y labios
observando la vista del mar y a los pescadores que se perdían en su
profundidad.
Entre ellas, se encontraba una mujer
con dos trenzas largas, de rasgos andinos vendiendo caramelos con sus dos
pequeños hijos. Uno estaba colgado en su espalda, tapado en su mantón y el otro
cogía la pollera de su madre muy fuerte como si esta se le fuera a
escapar. El pobre lloraba porque le
dolían los pies y ya no podía caminar.
La madre sacó un caramelo para calmar su llanto. Tan pronto observó el dulce
cesaron las lágrimas. Esta pobre mujer tendría que vender todas sus golosinas
para poder darles alimento a sus niños, ante
el desinterés de la gente que pasaba por allí.
El malecón de Chorrillos lleva cierta
historia. Fue construida en la gestión presidencial de Ramón Castilla, cuando tan solo era un entablado con barandal de madera que bordeaba
el precipicio. Permitía apreciar una
panorámica vista de la costa y ostentaba
dos glorietas (plazuelas). Diseminadas en toda su extensión, había un gran
número de bancas y macetas de grandes dimensiones.
Cuando se bajó el sol y el cielo se
puso rosado, dos turistas mujeres caminaban plácidamente por los anchos, largos y rocosos escalones que iban directo al morro solar. En el tramo se encontraron con dos
hombres sentados en la cima la escalera
fumándose un porrito de marihuana. Como
le dicen ellos . No era raro chocar con personas así, porque el lugar resultaba ser desolado.
Al inicio del recorrido se observan unas grandes filas de escaleras
construidas en “s” pintadas por los bordes de color de blanco y conformen se va
subiendo lograron captar los montículos de tierra seca
que estaba envuelta con pequeñas rocas desde la mitad de la subida ya se puede divisar el litoral peruano.
Al llegar al mirador del Morro Solar, los
visitantes se chocaron con una Lima gris,
se visualizó una gran cruz que fue construida con pedazos de otras
torres de alta tensión que ya antes habían sido destruidas por los terroristas. Esta
fue levantada para la primera venida
del papa Juan Pablo II al Perú, en 1985. Esta Cruz enciende la noche
y puede ser vista desde largas distancias, tanto en la capital, como desde el
sur limeño. Próxima a la Cruz, se levanta un santuario dedicado a la Virgen
María, la cual es visitada por fieles católicos quienes llegan hasta allí por
un camino de zig zag.
El morro solar resulta ser un conjunto de cerros. Fue escenario de una de
las batallas más sangrientas que tuvo este país que se libró en la denominada
’Guerra del Pacífico’ entre Perú y Chile. Prueba de ello son los hallazgos de
los uniformes y armamentos de los soldados, de ambos bandos, que lucharon en aquella
batalla. Aledaño a ese cerro, se
encuentra también el planetario, bordeado
por piedras, descuidado, y en la puerta lleva puesto un candado junto con un aviso.
Este planetario resulta ser el primer
centro de observación astronómica, construido y dirigido por el ingeniero
Víctor Estremadoyro.
El viento abriga el mirador y despeina
a los turistas, mientras los vendedores ambulantes ofrecen sus productos. La
noche va caer y todos observan la hermosa vista
de toda la costa verde, la playa calmada sin el azote de una sola ola, y
al otro extremo volteando el cerro, se encuentra el Cristo del Pacifico extendiendo sus manos como dando la bienvenida
a quien se le presente y con la mirada perdida hacia el cielo. La estatua fue instalada el 15 de junio del 2011, en el segundo mandato del expresidente Alan García.
La gran magnitud del Cristo deja con
la boca abierta a los turistas que no dudan en tomarse fotos con él, solo a
las faldas, ya que su plataforma no
permite que le toquen ni los pies.
Entre tanto turista y ciudadano, se
hallaba, en el descampado, las tomas de un fotógrafo y una modelo con un vestido largo color crema
sujetada por una correíta dorada en la cintura. El exagerado escote de su
espalda y pecho llamaba la atención de muchos hombres, además de su belleza que
hacia juego con el maquillaje. El fotógrafo había tomado tantas fotos que ya
había perdió la cuenta. La noche ayudó a que el paisaje del balneario de Lima
contrastara con la modelo.
Los ambulantes vendían todo tipo de
sanguches sin el infaltable café para apaciguar el frío. Autos modernos y de
antaño yacían estacionados al borde del abismo para no obstruir el paso de la
gente.
Al costado del Cristo está también el “Monumento
al Soldado Desconocido". En este lugar en donde están erigidos monumentos
dedicados a los combatientes como agradecimiento a los peruanos que ofrendaron
sus vidas y a quienes no se menciona directamente en los anales de la historia,
ya que fueron demasiados hombres que entregaron todo por su patria.
El cielo de azul oscuro cubrió todo y
dejó de ser Lima gris. Las
resplandecientes luces de los faros se encendieron, daba la hora de volver a casa, pero el camino
de regreso para los turistas y ciudadanos ya no era tan tedioso como al inicio.
Muchos se iban caminando y se perdían en la oscuridad del tramo. Otros retornaban
en auto, ya que también tiene una pista alterna.
Rocio del Pilar Huaman Ruelas
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